Los Sueños y la Muerte

Yoga del sueño

El Yoga del Sueño es una práctica budista que tiene el objetivo de ser consciente dentro del estado del sueño. Digamos que, hasta cierto punto, es la versión oriental del sueño lúcido. El objetivo del Yoga del Sueño es mantener la consciencia desde el en el que iniciamos la actividad del dormir, de manera que entramos en el sueño siendo ya conscientes de estar soñando, y con la finalidad de darnos cuenta de la ilusión de la realidad del sueño.

Alcanzar una cierta maestría del Yoga del Sueño puede llevar mucho tiempo y mucha dedicación. Algunos tibetanos llegan a tardar muchos años hasta conseguir esta entrada lúcida en el sueño.

Una forma de entrenar esta lucidez en el sueño (darse cuenta de que estamos soñando) es alcanzar la lucidez en vigilia. Es decir, ser conscientes de todo aquello que hacemos en el día a día en piloto automático. Adquirir el hábito de ser consciente de nuestras acciones, de lo que sucede a nuestro alrededor, de prestar atención a lo que comemos, etc. hará que se traslade a nuestro comportamiento en los sueños.

El Libro Tibetano de los Muertos

El «Libro Tibetano de los Muertos» o «Libro de los Estados Intermedios», según las creencias del budismo del Tibet, es una especie de guía de instrucciones para el proceso de la muerte. Estas instrucciones permiten alcanzar la iluminación (nirvana) durante el periodo inmediato posterior a la muerte. El texto da algunas recomendaciones a tener en cuenta durante ese «período intermedio» conocido bajo el nombre tibetano de bardo.

La palabra tibetana bardo significa literalmente «estado intermedio», y también se traduce como «estado de transición». El ciclo de una reencarnación está conformado por seis bardos:

  1. El Bardo de la propia Vida: Es el primer bardo del nacimiento y la vida. Este bardo comienza desde la concepción hasta el último aliento, cuando la corriente mental se retira del cuerpo.
  2. El Bardo de la Meditación: Es un subconjunto del quinto Bardo. Solo lo experimentan los meditadores, aunque algunos individuos pueden tener una experiencia espontánea.
  3. El Bardo del Sueño: Es un subconjunto del primer Bardo. El Yoga del sueño desarrolla prácticas para integrar el estado de sueño en la sadhana budista.
  4. El Bardo de la Muerte: Este bardo comienza cuando los signos externos e internos presagian que el comienzo de la muerte está cerca, y continúa a través de la disolución o transmutación del Mahabhuta hasta que se completa la respiración externa e interna.
  5. El Bardo de la Luminosidad: Es el bardo de la luminosidad de la verdadera naturaleza que comienza después de la ‘respiración interior’ final. Es dentro de este Bardo donde ocurren las visiones y los fenómenos auditivos. Simultáneamente a estas visiones, hay un manantial de paz profunda y conciencia prístina. Seres sintientes que no han practicado durante su vida y/o que no reconocen la luz clara en el momento de la muerte suelen estar atrapados en sus ilusiones a lo largo de este bardo.
  6. El Bardo de la Existencia (o del devenir): Perdura hasta que comienza la respiración interna en la nueva forma de transmigración determinada por las «semillas kármicas» dentro del depósito de conciencia (una de Las ocho consciencias según la tradición de la escuela Yogācāra del Budismo Mahayana).

Hay tres bardos de la vida y tres bardos de la muerte. Podemos observar que el sueño toma el papel protagonista en el tercer bardo, y es la práctica del Yoga de los Sueños (lucidez en el sueño) la que nos permite «entrenar» para la experiencia del quinto bardo después de la muerte.

Podríamos plantear el período del quinto bardo como la experiencia de un constructo mental nuestro en el que nuestros persamientos y emociones «materializan» la realidad que estamos experimentando. Este constructo mental sería de una naturaleza similar a la de la realidad de los sueños que experimentamos mientras dormimos cada día.

¿Qué es la muerte?

Lo visto hasta aquí me lleva a una pequeña reflexión y opinión personal.

Tomando como referencia el conocimiento de los tibetanos y de otras culturas ancestrales, podemos intuir que en el momento de la muerte, nuestra parte sutil o energética se «desconecta» del cuerpo físico. Simplifiquemos asumiendo que la parte sutil es nuestra mente. Aunque en un principio posiblemente sigamos  percibiendo la realidad física, no podemos ya interactuar con ella. Gradudualmente iremos pasando hacia una realidad basada en un constructo mental, donde se materializarán nuestros pensamientos y emociones de forma instantánea.

Estamos hablando, pues, de una realidad que podemos equiparar a un sueño hiperlúcido del que, obviamente, no podemos despertar. Al ser equiparable a un sueño hiperlúcido, implica que todo aquello reprimido u oculto en el inconsciente personal y/o colectivo, va a plasmarse en esa realidad. Y nos enfrentaremos a todo aquello que se manifieste desde nuestra sombra con nuestra mente consciente más enfocada que nunca.

Quizás esta conclusión personal sea un indicativo de la importancia de los sueños que experimentamos cada noche, de tenerlos presentes al despertar y de lograr la lucidez tanto en nuestra vida diaria de vigilia como durante nuestros sueños nocturnos.

Puede que la vida, la muerte y los sueños no sean tan diferentes como creemos, sino que simplemente sean realidades diferentes de la misma naturaleza aunque de distinto grado.

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