4
Nov
2025
0

«Me toca cruzar, sí o sí…»

Estos últimos cuatro meses han sido un período de tiempo que me ha supuesto lo que puedo entender como otra muerte iniciática. Estos meses han sido como un paréntesis en el que he sentido la importancia de estar conmigo mismo y de «procesar» a nivel interior muchos sentimientos acerca de mi relación con el mundo exterior.

Hace cosa de un mes llegué a ciertas conclusiones que me suponen un punto y aparte en mi vida a todos los niveles. Han sido 48 años siendo guiado y empujado por una parte de mi personalidad que reconozco muy bien, pero que ya se siente exhausta ante un mundo exterior con el que ya no resuena.

Lo más intersante llega con los sueños recopilados a partir del 16 de octubre, pues para mi sorpresa manifiestan bella y claramente el cambio de rumbo que se está llevando a cabo dentro de mí y cómo empiezan a sembrar semillas que van dándome los empujoncitos necesarios para empezar a recorrer este nuevo camino.

Han sido cuatro meses de enfocarme en el trabajo, de estar conmigo mismo, de desconectar del mundo exterior, de zambullirme en la lectura de mis libros, de reconectar con mi parte creativa con el diseño por ordenador y la fotografía. Sinceramente, puedo considerar que me he aislado bastante del mundo exterior, pero es lo que sentía y decidí honrar ese sentimiento interno que era bastante tajante.

Tras ese período, poco a poco fui llegando a ciertas conclusiones que suponían un punto y final a una forma de navegar por el mundo exterior. Suponía ser consciente que llegaba la hora de dejar atrás una parte de mi personalidad que había sido una base en todos estos años de mi vida. Seguir siendo empujado por las mismas riendas suponía estrellarme contra un muro infranqueable.

La noche del 16 de octubre recordé un único sueño que, aunque aparentemente podría parecer inquietante, sentí bastante calma en él.

El sueño:

«Es de día y voy caminando hacia Canals, mi pueblo, por la carretera. Llego al Puente del Matadero con la intención de cruzar el profundo barranco que corresponde al cauce del río. Pero en vez del puente hay una tubería enorme (de un diámetro aproximado de metro y medio) que cruza el cauce en forma de catenaria, ya que cuelga de sus dos extremos en cada uno de los lados del barranco. Por encima de la tubería, a un metro y medio de altura, va una cadenita a lo largo de todo su recorrido, a modo de guía de seguirdad a la que agarrarse para cruzar por encima de la tubería. Estoy de pie encima de la tubería y estoy agarrado con mis manos a la cadenita. Tengo que poner mucha atención para poder mantener el equilibrio, puesto que la tubería se balancea un poco con mi peso al estar colgando. Tengo la sensación de haber hecho esto antes y de que ha resultado fácil, pero ahora me está resultando complicado. Cogido de la cadena con las manos empiezo a avanzar dando pequeños pasos por encima de la tubería, y ésta se balancea lentamente con cada uno de ellos. Al balancearse se separa de la cadena y me resulta algo difícil mantener el equilibrio. Aún así, siento que es posible hacerlo. Sigo avanzando lentamente y, en un punto, siento algo de miedo a no poder mantener el equilibrio de mi cuerpo. Quiero regresar al punto de partida, pero resulta que detrás mío vienen dos chicas que también están avanzando ya por encima de la tubería. Viendo las circunstancias me es imposible volver, ya que ellas también han avanzado y no nos podemos cruzar, pues no hay espacio. Me giro de nuevo para seguir avanzando hacia el lado del pueblo y trato de dar pasos, pero empiezo a perder el equilibrio y sólo puedo mantenerme estable estirando mis brazos para tensionar la cadena que tengo agarrada con mis manos. No me queda otra opción. Lo tengo que hacer, y lo voy a hacer.»

Mi forma de verlo:

Estoy haciendo mi camino, y es el camino hacia mi pueblo (mi casa de verdad). He de atravesar el Puente del Matadero, cuyo nombre ya manifiesta claramente el simbolismo con la muerte iniciática. Pero no hay puente, sino una tubería que cuelga de ambos lados del cauce. La única manera es cruzar caminando por encima de la tubería. Esto implica poder ver el camino que atravieso en todo su contexto y dar cada paso con certeza. He de ser muy consciente del camino. La tubería conecta los dos lados (la dualidad de nuestra existencia), y aunque puede parecer un trayecto muy complicado o peligroso, hay una pequeña cadena por encima de la tubería que simboliza la guía y la seguridad. Pase lo que pase, esa cadenita me va a permitir conseguir la estabilidad que pueda necesitar. 

No será un camino fácil, y puede que en ciertos momentos quiera rendirme y dar la vuelta. Es muy difícil poner esto en palabras, pero el sueño me resalta que soy varón (energía masculina), y creo que me está indicando que es el momento de tomar decisiones para avanzar, de activar energía la masculina que simboliza la acción. De hecho, al querer regresar, hay dos chicas que me acompañan en el viaje y que no me permiten regresar. No siento esa situación como dramática para nada. Al contrario, puede simbolizar una doble de energía femenina que me acompaña y me da la motivación para seguir adelante en mi aventura. La energía masculina vuelve a manifestarse con la determinación inequívoca de seguir adelante cueste lo que cueste. Llevará su tiempo, pero tengo la convicción y ya no siento miedo. Llega el momento de dejar atrás el lado en el que me he sentido cómodo hasta hoy y me toca lanzarme a la aventura de alcanzar el otro lado. Sé que lo he hecho antes y algo dentro de mí sabe que lo voy a volver a conseguir. Es parte de mi camino y es parte de mi aprendizaje.

También te podría gustar

Muchos sueños en una noche y todos con un mismo fondo
Charla con Perla Acorn en su podcast «Así es como tú»
«La Frontera»: la muerte y la conciencia desde una perspectiva científica vanguardista
El gnosticismo y los sueños

Deja una Respuesta

error: Content is protected !!