«En Algún Lugar del Tiempo» («Somewhere In Time») (1980)
Ésta es una de esas películas que vinieron a mi vida para quedarse. Pertenece a uno de los géneros que me gusta muchísimo: el romántico. Pero a pesar de la etiqueta de película romántica, la película encierra muchas otras cosas de carácter sutil. Curiosamente, cuando la vi por primera vez hace más de 20 años, sólo me quedé con la historia romántica y el «viaje en el tiempo» un tanto peculiar que plantea la película. Sin embargo, la película me llegó tan hondo, me marcó de tal manera, que algo dentro de mí sabía que la película iba más allá de las apariencias de una película romántica de época.
Al volver a ver la película estos días, y ahora dentro del contexto de mi viaje interior, con todo lo aprendido y experimentado hasta el momento, la película despliega temas mucho más profundos que tocan las sincronicidades, la psicología, la proyección de la realidad, el propósito e incluso la muerte.
Y Christopher Reeve y Jane Seymour bordan sus papeles.
Volver a ver la película ahora me ha supuesto volver a sentir muchas cosas, a sorprenderme conforme la historia se va desplegando, disfrutar de la excelente y bellísima banda sonora, y ver y sentir reflejados en la historia algunos de los valores que me han marcado desde pequeño, que me han acompañado a lo largo de mi vida y que, como uno de los regalos más bonitos que me ha dado el Universo, he podido constatar de una forma muy similar a la película.
«En Algún Lugar del Tiempo» se plasman las sincronicidades de una manera preciosa. Las sincronicidades son ese tipo de «casualidades» o «coincidencias» que suceden sin razón aparente y que tienen muchísimo significado para la persona que las experimenta. Parecen suceder sin sentido pero, sin embargo, acaban dando un sentido más completo al transcurso de la vida en ese momento.
El planteamiento del viaje en el tiempo mediante la hipnosis y la autosugestión es algo que no comprendí la primera vez que visualicé la película. Pensé entonces que era una forma bastante absurda de ir a otro tiempo. Sin embargo, a día de hoy, sé muy bien que el viaje del tiempo a través de la mente es real, y que se puede llevar a cabo tanto en sueños lúcidos (siendo consciente de lo que uno está haciendo) y de los sueños ordinarios. Lo que hace el protagonista para viajar en el tiempo es algo bastante realista desde mi humilde punto de vista. De hecho, doy fé de haber incubado un sueño lúcido con una temática específica y confirmar que funciona.
En el metraje, el protagonista finalmente se duerme y «viaja» en el tiempo. Ese «sueño» que experimenta es totalmente real, tan real (o más) que la vida misma. Un sueño lúcido muy estable es exactamente así, y lo digo después de experimentado personalmente esa realidad onírica en muchas ocasiones.
Otro tema muy interesante que plasma la película es la de querer controlar la vida, para descubrir que la vida es la que controla a uno, revelándose de una forma totalmente caótica e inesperada. Sin embargo, también plantea que ese caos que introduce la vida, en realidad es un orden de nivel superior que, simplemente, no somos capaces de comprender con nuestro nivel de razón.
El desarrollo del romance es de una belleza y de una delicadeza realmente abrumadora. Amor, atracción sincera, respeto y admiración mútuos, intimidad entre almas… para mí es una de las historias más bonitas en las que me siento totalmente reflejado hasta cierto punto. La historia emana valores con los que mi alma resuena en toda su inmensidad.
El final de la película es sobrecogedor y al mismo tiempo maravilloso. Es un cierre completo de las líneas temporales, es el final de dos almas que consiguen encontrarse en el tiempo, porque era así como estaba escrito.
Amor más allá del tiempo, sincronicidades, propósito, psique, sueños y muerte.
Una historia que ilumina mi alma. Una historia que ya es parte de mi vida y que me acompañará en el resto de la eternidad.
