Carlos Castaneda y las enseñanzas de Don Juan Matus
En estos últimos cuatro años pocas veces me ha sucedido que durante la lectura de un libro éste me provoque una sacudida emocional de tal calibre que me haga derramar lágrimas (e incluso llorar) al hacerme sentir que aquello que estoy leyendo en sus páginas ya lo sabía a nivel interior, y que el libro me lo está redescubriendo y sacándolo a la superficie de mi consciencia.
Fueron varias personas de las que se han cruzado en mi camino en este período de viaje interior las que me hicieron referencia a los libros de Carlos Castaneda. Y, como me suele ocurrir, comencé por ir adquiriéndolos en formato físico y digital, y los dejé en mi lista de libros para leer. Hasta que llega el día en el que siento que es momento de abrir un libro en cuestión para comenzar a disfrutarlo. Y llegó el momento del primer libro de la serie de Castaneda… al que han seguido todos los que tenía disponibles.
No sólo me he emocionado con las narraciones de Castaneda sobre su aprendizaje con Don Juan, no sólo he encontrado un espejo que me permite comprender el camino que estoy transitando, sino que además Don Juan transmite a Castaneda un conocimiento que vincula completamente la naturaleza de la realidad, los sueños y la muerte.
La primera vez que me emocioné leyendo un libro ocurrió mientras leía «Consciencia Más Allá de la Vida«, del cardiólogo neerlandés Pim van Lommel. Este fue el primero de la interminable serie de libros que daría razón de ser a esta etapa de viaje interior en la que estoy inmerso y que me abriría las puertas a muchos campos a los que no había prestado atención hasta entonces. Recuerdo estar leyéndolo en la cafetería en Eindhoven (Países Bajos) a la que era asíduo cada mañana antes del trabajo, y llegar al punto de estar derramando lágrimas sin control, en público, al leer la posible conexión de la física cuántica y las experiencias cercanas a la muerte desde una perspectiva totalmente científica.
La segunda vez me ocurrió con un libro que vino como recomendación de Michael Talbott, un divulgador que se había ganado mi admiración y mi respeto. Me costó mucho tomar la decisión de leerlo, pues se trataba de «Seth Habla«, un libro en el que Seth, una entidad desencarnada canalizada a través de la escritora Jane Roberts, transmitía enseñanzas sobre la realidad y la psique que excedía lo conocido hasta día de hoy. Tras meditarlo profundamente, me dispuse a adquirir el libro y leerlo, con el objetivo de ser testigo de sus palabras y constatar la certeza de que se trataría de un bla-bla-bla que no diría nada. En los primeros capítulos no aportaba nada especial y pensé que el libro sería así hasta el final. Pero no fue así. Llegó el punto en que Seth se metió a fondo en aspectos la realidad física, de la realidad de la psique humana, el espacio-tiempo, de los sueños… y me sorprendí a mí mismo estallando en lágrimas ante repuestas a muchas de las preguntas que me había hecho desde pequeño. Eran lágrimas descontroladas de alegría.
Pues bien, después de mucho tiempo y de muchas lecturas, se cruzó en mi vida Carlos Castaneda con sus libros, y con él Don Juan Matus. Carlos Castaneda fue un antropólogo peruano que vivió en los Estados Unidos. Queriendo estudiar las plantas alucinógenas de una zona de México, conoció a Don Juan Matus, un indio yaqui que era chamán. A través de los primeros libros de la serie («Las Enseñanzas de Don Juan» y «Una Realidad Aparte») transcribe las aventuras y los pormenores de las enseñanzas de Don Juan, con todos sus miedos, temores y reticencias a dicho aprendizaje.
Pero fue en el tercer libro, «El Viaje a Ixtlán», donde tocó mi alma. El libro transcurría de forma similar a los dos anteriores, y se centraba en El Viaje del Guerrero, el viaje del aprendiz de brujo, del aprendizaje hacia una percepción de la realidad totalmente diferente al que estamos habituados. Y fue justo en las dos últimas páginas del libro donde rompí a llorar sin control. Me sentí totalmente identificado con Castaneda, con sus problemas, sus prejuicios, sus reticencias racionales. Intuí plenamente que el camino que estoy siguiendo a nivel interior es mi propio Viaje del Guerrero, y que dicho camino es y será un camino en solitario, con todo lo que esto implica.
El remate ha sido la conclusión de la serie de libros con «El Fuego Interno», «El Conocimiento Silencioso» y «El Lado Activo del Infinito». Estos libros han supuesto el asentamiento de los conocimientos transmitidos por Don Juan a un nivel mucho más profundo y que, para la mayor de mis sorpresas, encaja perfectamente con las enseñanzas de Seth y con muchas de las teorías más recientes de científicos de vanguardia que rompen totalmente con el paradigma materialista de la ciencia ortodoxa actual.
Para más sorpresa aún si cabe, descubrí a través de Don Juan que los sueños (ensoñar) es uno de los métodos utilizados por los chamanes para experimentar otras realidades. Lo más curioso es que, después de mi experiencia personal con los sueños lúcidos, la perspectiva de Don Juan me es totalmente lógica y coherente. Más aún, me va quedando más y más claro a nivel interior que la realidad, los sueños y la muerte están tan entretejidos a tal nivel que prácticamente no se pueden separar.
Me siento afortunado de haber podido compartir todo el proceso de muchos años de enseñanzas de Don Juan a Castaneda, y me siento parte de ellos, o que ellos son parte mía. El agradecimiento es de tal magnitud, que terminé la lectura con lágrimas, con una alegría enorme y agradeciéndole en voz alta a Don Juan Matus sus enseñanzas.
Queda mucho camino por recorrer y, más que nunca, los sueños son la puerta.