Creando un vínculo con paciencia
Hace más de medio año, uno de los compañeros del grupo de investigación en el que participo me comentaba que había probado una infusión de hojas de una planta que, en teoría, ayudaba a recordar más sueños, tener sueños más intensos e incluso favorecer el tener sueños lúcidos. Según me contaba, la noche que tomó la infusión tuvo sueños mucho más vívidos.
La narración de dicha experiencia cautivó mi atención. Le pregunté por la planta y me dijo que se llamaba Calea Zacatechichi, y que era una planta que utilizaban los Aztecas para trabajar con sus sueños. También me dijo que el sabor de la infusión era tremendamente amargo.
Mi primer impulso fue buscar hojas de Calea para infusión en herboristerías, pero no tuve éxito en la búsqueda. Daba la sensación de que era una planta poco conocida o poco «comercial», y que iba a ser difícil encontrarla para uso inmediato en forma de infusión. Así que, aunque la idea iba a permanecer en mi cabeza, decidí que ya encontraría la forma de conseguirla más adelante.
Sobre los Aztecas y su vínculo con la Calea Zacatechichi: «La hierba del sueño azteca es una planta profundamente arraigada en la tradición y la cultura aztecas. La historia de esta fascinante planta se remonta a mucho tiempo atrás y sigue siendo importante hoy en día. La hierba del sueño azteca, también conocida como Calea ternifolia o Zacatechichi, era muy apreciada por los aztecas por sus propiedades únicas. Se utilizaba para intensificar los sueños y favorecer las experiencias espirituales. Este uso tradicional también se refleja en las posibles aplicaciones de la hierba del sueño azteca en la actualidad. Los aztecas veneraban la hierba del sueño como conexión con el mundo espiritual y creían que les daba acceso a la conciencia y el conocimiento superiores. Estaba estrechamente asociada a sus prácticas religiosas y los chamanes solían consumirla durante las ceremonias rituales.»
Poco tiempo después de descartar la opción de encontrar en tiendas hojas secas listas para infusión empecé a leer los libros de Carlos Castaneda. En ellos, el chamán Don Juan Matus enseñaba a Castaneda la importancia de crear un vínculo especial con una planta antes de emplearla como herramienta para explorar estados expandidos de conciencia. Es más, Don Juan hacía hincapié en la necesidad de calma y paciencia en ese proceso, para desarrollar un fuerte vínculo entre la planta y la persona. Me quedé realmente sorprendido de que Carlos Castaneda tuvo que esperar más de un año durante el proceso de plantar las semillas, hacer crecer la planta, cuidarla, recolectarla en el momento oportuno y hacer todo un ritual para obtener la sustancia de la misma para tener la experiencia.
Fue esa creación del vínculo con la planta lo que me hizo pensar en una opción más personal y profunda. ¿Por qué no buscar semillas de Calea, sembrarlas, hacer crecer la planta, coger las hojas en el momento adecuado y secarlas para posteriormente hacer la infusión? Y así lo hice.
A primeros de Agosto de 2024 hice una búsqueda por internet y encontré una empresa que vendía semillas de Calea. Compré dos sobres con diez semillas en cada uno de ellos. Cuando las recibí, comprobé que el período ideal para plantarlas sería a partir de Marzo. Así pues, decidí tener toda la paciencia del mundo y esperar al momento más adecuado para proceder.
Hace tres días puse ocho semillas en dos macetas con tierra de la zona de la casa de campo donde viven mis padres, una tierra muy rica para las plantas. Puse las macetas cerca del ventanal del balcón para que tengan suficiente luz y rocié la tierra con agua para que quedara un poco humedecida.
Sinceramente, me hacía una ilusión enorme el ver crecer una plantita desde su semilla. Hasta tal punto que he estado dando los buenos días y hablando a las semillas desde el momento que las he puesto en la tierra… Pues bien, para mi sorpresa, ayer de buena mañana me fijé y ¡descubrí seis pequeños brotes de Calea!. La imagen de la foto de cabecera de la publicación es la foto que he tomado esta mañana con la cámara. He de confesar que he sentido mucha alegría y felicidad al verlas. Me siento como un aprendiz de chamán que pasa de la teoría a su primera experiencia práctica.
La vida se abre camino (hacia los sueños).