La validez de la experiencia
Seguramente coincidiremos en la idea de que la vida de vigilia, la que vivimos cuando estamos despiertos, es la realidad real, mientras que los sueños son imaginaciones y fantasías del cerebro mientras dormimos.
¿Y por qué la vida de vigilia es real? Supongo que coincidiremos en que es real porque todo lo que hay en ella es totalmente estable, porque las historias que dejamos la noche anterior antes de irnos a dormir siguen presentes en el momento que nos despertamos la mañana siguiente (es decir, hay una continuidad temporal) y porque nuestros sentidos (la vista, el oído, el tacto, el olfato y el gusto) nos permiten comprobar que todo lo que hay ahí afuera es tangible y totalmente real.
Posiblemente coincidiremos también en que aquello que nos va marcando de forma inevitable a lo largo de nuestra vida no son las cosas físicas tangibles que percibimos a través de los sentidos, sino los sentimientos y las emociones que nos permean por completo conforme vamos viviendo las diferentes experiencias que atravesando a lo largo de este camino llamado vida. Lo que realmente queda en nosotros es algo intangible e imperceptible a los sentidos externos.
Pero, ¿es ésto algo propio y exclusivo de la vida de vigilia?…
Toda experiencia conlleva un significado que deja huella
En todas y cada una de las experiencias que nos toca vivir, nuestros sentidos externos recogen la información en forma de estímulos físicos que nos llegan a través de los sentidos externos: imágenes, sonidos, sensaciones tactiles, olores y sabores. Los sentidos externos convierten todos estos estímulos en impulsos nerviosos, en señales eléctricas, que llegan hasta el cerebro (la parte física, la maquinaria, el hardware de la mente). Y el cerebro, según lo que conocemos actualmente, interpreta estas señales dando lugar a la percepción de la realidad que nos rodea.
La percepción de la realidad externa por parte del cerebro lleva a la interpretación de dicha realidad, en función de todo lo aprendido y registrado a lo largo de la vida. Esta interpretación se lleva a cabo en la mente (la parte intangible, la parte sutil, el software de la mente). Y, finalmente, dicha interpretación de la experiencia adquiere un significado. Y este significado viene en función de nuestros recuerdos, nuestros valores, nuestras creencias, etc.
Experiencia → Percepción → Interpretación → Significado
Esta secuencia justo arriba es la que me permite, desde mi humilde punto de vista, comprender cómo las experiencias que vivimos van marcándonos irremediablemente a lo largo de nuestra vida. Ese significado que extraemos consciente o inconscientemente de cada una de ellas se va acumulando en nuestra psique y será lo que, al final de nuestra vida, defina lo que ha significado en su totalidad y en su plenitud.
Las experiencias en la realidad de los sueños
Y aquí es donde me planteo una pregunta interesante… si toda experiencia deja un significado, ¿qué ocurre con las experiencias que se dan cada noche en las «fantasías mentales» que nos dicen que son los sueños?
Vamos a plantearnos por un momento que acabamos de despertarnos de una pesadilla en la que nos estaba persiguiendo un monstruo horrible. Al despertarnos, al volver a la realidad de vigilia estable y con una continuidad, de repente tenemos a nuestro alcance toda la información de la misma: quién sómos, dónde estamos, qué hicimos ayer, qué tenemos pendiente para hoy, etc. En ese momento confirmamos que aquello que estábamos experimentando justo unos momentos antes era simplemente un sueño, una «fantasía» de nuestro cerebro.
Fíjate en algo curioso, y es en cómo justo al despertarte tu corazón estaba a punto de salir de un salto de tu pecho, de cómo tu piel está sudada y del estado de estrés en el que te encontrabas. Y es que el sueño parecía tan real… ¿verdad?
Resulta que, mientras estamos dentro del sueño no somos conscientes de que no es la realidad de vigilia. Es más, damos por sentado que lo que estamos viviendo es real. ¿Y por qué es así? Sorprendentemente, a nuestro cerebro le están llegando señales eléctricas procedentes de estímulos generados en la realidad onírica que estamos experimentando. El cerebro está percibiendo dicha realidad con la misma validez que en la realidad de vigilia. Y, ante dicha percepción, nuestra mente está interpretando todo lo que ocurre y, finalmente, le estamos dando un significado.
Si es la percepción aquello que da forma a la experiencia, y si dicha percepción, sea de vigilia o de sueño, conlleva una interpretación y un significado que cala en nostros de la misma manera, lanzo la siguiente pregunta: ¿acaso la realidad del sueño no tiene la misma validez que la realidad de vigilia?
Seguramente surjan voces que clamen que la realidad del sueño es inestable, y que eso es la prueba de que no es una realidad real. Y aquí es donde entran en juego los sueños lúcidos…
La realidad del sueño lúcido
Experimentar un sueño lúcido por segunda vez demolió por completo las ideas que yo tenía sobre lo que es la realidad que vivimos todos los días.
Estoy de pie en el pequeño pasillo que va del despacho de pan al pasillo del horno en la panadería de mi familia [1]. Desde mi ubicación veo parte del pasillo que llega hasta la puerta principal. Allí hay dos mesas pequeñas donde veo gente sentada tomando o comiendo algo [2]. La chica que está sentada en la mesa más cercana es Senda, mi excompañera de trabajo de la empresa en Barcelona [3]. Nos ponemos a hablar y, en cierto momento, me pregunta simpáticamente qué ocurriría si ésto fuera un sueño. Me río de su comentario, pues obviamente ésto no es un sueño porque es totalmente real. Le comento que, en caso de que ésto fuera un sueño, si me mirara la mano vería que no hay cinco dedos. Pongo una de mis manos enfrente de mis ojos con los dedos abiertos y… ¡no puede ser! ¡¡tengo más de cinco dedos y algunos de ellos con más cortos!! ¡¡Estamos en un sueño!! En ese justo instante siento que «algo» entra en «mí». De repente tengo conmigo mi mente racional y crítica, junto con parte de mi memoria de vigilia. Soy mi «yo real al completo», tengo plena consciencia de quién soy y de dónde estoy. Miro a mi alrededor y no puedo dejar de asombrarme de que todo sea REAL. Los objetos, las personas, el edificio… ¡todo se siente perfectamente REAL! Y en ese instante, tengo la intención (sin pensar ni razonar) que quiero desplazarme flotando hasta la puerta principal y salir a la calle. De la manera más fantástica levito en el aire, sintiendo perfectamente la ingravidez y con un control absoluto del desplazamiento hasta llegar a la puerta. La calle es prácticamente la misma que la de vigilia, con algunas diferencias. Decido elevarme más arriba de los tejados, y así sucede de manera totalmente suave y con un control absoluto. Siento perfectamente el roce del aire al desplazarme en mi piel. Observo la calle desde arriba, en posición cenital. Es algo increíble. Todo el escenario es real, totalmente estable. Decido ir hasta la intersección con la otra calle. El desplazamiento es de una belleza indescriptible. La sensación de ingravidez es total. Siento perfectamente mi cuerpo. Es abrumador.
[1] La panadería cerró hace ya unos cuantos años.
[2] A lo largo de la vida de la panadería, nunca hubo mesas para sentarse a tomar algo.
[3] Trabajé junto a Senda hace unos 15 años, y sería extremadamente improbable que apareciera por mi pueblo.
Unos meses más tarde, en otro sueño lúcido y una vez me volví consciente de estar soñando, empecé a tocar todos los objetos que había a mi alrededor con el objetivo de comprobar si podía sentirlos con mi «piel onírica». Para la mayor de mis sorpresas, ¡estaba sintiéndolos perfectamente! Los diferentes materiales, su rugosidad, su consistencia, su dureza, su peso… la realidad que estaba experimentando era totalmente válida. Todo a mi «alrededor» era estable y aparentemete sólido.
En los sueños lúcidos he experimentado (y sigo experimentando) que la realidad del sueño se percibe tan real como la de vigilia (y a veces incluso más real). Si siendo plenamente consciente de quien soy y de dónde estoy, si tomo decisiones con mi mente racional y crítica y llevo a cabo las acciones, si puedo percibir la realidad del sueño de la misma manera que percibo la realidad de vigilia… ¿acaso no tiene la misma validez? ¿acaso no estoy viviendo una experiencia que mi cerebro está percibiendo de forma inequívoca, una experiencia que estoy interpretando acorde a quien soy y que está dejando en mi ser un impacto y un significado?
Después de despertar de un sueño lúcido, después de disfrutar y sentir perfectamente la realidad del sueño, me queda muy claro que la experiencia de la realidad del sueño tiene toda la validez que puede tener la realidad de vigilia. Y ante ésto me vienen algunas preguntas a la mente: ¿qué son los sueños? ¿qué es la realidad de vigilia? ¿qué es la vida?
Teniendo en cuenta que las experiencias en los sueños tienen total validez desde el punto de vista de que son percibidas por nuestro cerebro e interpretadas por nuestra mente de la misma manera que las experiencias de vigilia, y que, por lo tanto, nos aportan un significado que pasa a formar parte de nosotros (recordemos los sueños o no)… ¿acaso no cobra importancia el hecho de que en 50 años de vida hemos vivido las experiencias que nos han proporcionado más de 100.000 sueños? ¿acaso no cobra importancia el hecho de que pasemos soñando una sexta parte del tiempo de nuestra vida? ¿acaso nuestra vida no sigue tomando significado durante nuestras aventuras oníricas cada noche?
¡Bravo!