Los sueños según Carl Gustav Jung
Carl Gustav Jung fue un médico psiquiatra y psicólogo suizo que fue una figura clave en la etapa inicial del psicoanálisis y, posteriormente, fundador de la escuela de psicología analítica.
En sus inicios, Jung fue discípulo de Sigmund Freud, pero posteriormente se apartó de él para formar su propia escuela de psicología.
Jung estudió en profundidad los sueños. Sus contribuciones al análisis de los sueños fueron extensas y altamente influyentes. La psicología analítica de Jung da una absoluta importancia a la interpretación de los sueños como parte fundamental del proceso psicoterapéutico.
¿Qué son los sueños según Carl Gustav Jung?
Jung divide la psique humana en una parte consciente y otra inconsciente, que a su vez se divide en dos partes totalmente diferenciadas:
- El inconsciente personal, propio de un indivíduo particular.
- El inconsciente colectivo, propio o perteneciente a un grupo de indivíduos o a la humanidad.

En el insconsciente personal quedarían almacenados todos aquellos contenidos psíquicos que van quedando olvidados o que son reprimidos a lo largo de la vida. Una vez abandonados y olvidados en el insconsciente, estos contenidos psíquicos subsisten, aunque con una energía lo suficientemente pequeña como para que no puedan volver a alcanzar la conciencia. También, según Jung, al inconsicente van a parar todos aquellos contenidos que resultan incompatibles con la actitud consciente de la persona, aquellos que son rechazados por razones morales, estéticas o intelectuales.
El inconsciente colectivo es una capa más profunda de la psique que incluye contenidos que pertenecen a un grupo de individuos, a un pueblo e incluso a la humanidad al completo. Cada existencia de un individuo añade a estos contenidos, que serían productos de formas e instintos innatos.
Jung ve en los sueños una especie de altavoz del inconsciente, donde todo aquello ocultado o reprimido tiene la oportunidad de manifestarse. Así pues, el inconsciente es la matriz generadora de los sueños. Como la mayoría de los sueños no coinciden con las tendencias de la conciencia de vigilia, considera que éstos tienen una función independiente. De ahí que Jung considere que el inconsciente es totalmente autónomo.
Jung ve en el contenido de los sueños un propósito, una finalidad. El objetivo de los sueños sería el de compensar lo consciente y lo inconsciente, llevando a un equilibrio o regulación de la psique del individuo. El análisis de los sueños permite completar dicha compensación proporcionando una comprensión de los mismos, aportando nuevos puntos de vista y abriendo nuevos caminos que ayuden a superar los estancamientos psicológicos de la persona.
Jung también habla de que los sueños toman parte en el proceso de evolución de la personalidad, en lo que él llama proceso de individuación (un proceso también inconsciente) y cuyo objetivo es la realización o la compleción total del individuo. El proceso de individuación consistiría, pues, en integrar o hacer conscientes las partes inconscientes de la mente. Los sueños toman parte en este proceso, y de ahí que haya sueños a lo largo de la existencia de un individuo, que llegan a tener tal impacto emocional que perduren en su memoria consciente de por vida.
La interpretación de los sueños es, por lo tanto, una herramienta muy importante. Jung recalca que las palabras correspondientes al relato de un sueño no tienen un solo sentido, sino muchos. Cada personaje u objeto onírico es un símbolo y, por lo tanto, representa algo particular y diferente para cada soñador, en función de su experiencia de vida, de sus recuerdos, de su contexto actual, etc.
Jung hace algunas referencias a la investigación y a la ciencia moderanas que resuenan hoy día con un tremendo estruendo:
«El fin de la investigación no consiste, por cierto, en creerse estar en posesión de la única teoría verdadera, sino en ir aproximándose poco a poco a la verdad, a traves de los tanteos de todas las teorías».
«Nunca ha de olvidarse que la ciencia es solo una tarea del intelecto; y como éste no es más que una sola de las funciones psíquicas fundamentales, no basta por ello para crear una visión general del mundo. Esto incumbe por lo menos también al sentimiento. El sentimiento tiene muchas convicciones distintas de las del intelecto, y esto no siempre significa que las convicciones del sentimiento, comparadas con las del intelecto, sean inferiores. También están las percepciones subliminales de lo inconsciente, que no se hallan a disposición del intelecto consciente, y por eso no tienen cabida en una visión intelectual del mundo. De ahí que tengamos toda la razón cuando otorgamos a nuestro intelecto sólo una validez limitada. Pero, cuando empleamos el intelecto, debemos proceder científicamente y permaneceer fieles a una hipótesis de trabajo mientras no haya una prueba infalible contra su validez».