Seth, Jane Roberts y Robert Butts
Uno de los primeros libros que cayó en mis manos en este período de instrospección fue «Más Allá de la Teoría Cuántica», de Michael Talbott. Era un libro de divulgación que, por una parte hacía una introducción a la física cuántica, y por otra establecía una conexión entre ésta y los fenómenos paranormales que él mismo había vivido de pequeño y joven.
Es un libro que me encantó, pues me permitió «comprender» un poquito más algunos de los fenómenos que presenta la física cuántica y que desafían la lógica que conocemos, y al mismo tiempo me fascinaba cómo el autor utilizaba la física cuántica como bases para dar un sentido y una especie de «explicación» a sus experiencias personales. El lenguaje era realmente ameno y me encantó la lectura.
Estaba disfrutando tanto de la lectura, que Michael Talbott consideré que Talbott pasaba a ser una figura de referencia para mí en la divulgación de la ciencia vanguardista. Me quedaba el último capítulo del libro, y no tenía ni idea que dicho último capítulo traía una sorpresa que iba a dar un empujón muy fuerte al cambio de rumbo que estaba ocurriendo en mi vida.
En este último capítulo, Talbott hacía referencia a textos de «una entidad desencarnada que fue canalizada por una escritora en trance, cuyo marido escribía las frases que ella pronunciaba». Dicha entidad se llamaba Seth, la escritora se llamaba Jane Roberts y su marido Robert Butts. Talbott citaba algunos párrafos que correspondían a Seth y que fueron canalizados por Jane Roberts mientras estaba en trance y Robert hacía el terrible esfuerzo de ir escribiendo a mano las notas. Cuando me encontré ante tales páginas, mi admiración por Talbott se sacudió por un momento. No podía creer que un hombre que era capaz de explicar magistralmente algunos conceptos muy complicados y de vincularlos con lo paranormal sin entrar en cosas muy raras, de repente se pusiera a hablar de una «entidad desencarnada».
Al terminar el capítulo tenía una sensación agridulce extraña. Las palabras de Seth tenían mucho sentido… pero… ¿una entidad desencarnada comunicando?… ¿en serio?…
No podía ser que Talbott acabara así el libro y que hablara de estas cosas así sin más. Me di cuenta de que estaba criticando sin saber, pues nunca había leído a Seth. Así que me decidí a comprar el libro que citaba Talbott (si es que existía) y lo leería. Al menos yo tendría argumentos para criticar a Talbott. Así que entré en Bol.com (el Amazon local de los Países Bajos) y allí estaba el libro en inglés: «Seth Speaks». Y lo compré.

El libro llegó a los pocos días y decidí esconderlo un poquito, no fuera que viniese alguien al piso y lo viera. Pasaron unos días y empecé a plantearme la idea de comenzarlo. Me autoconvencí de que el libro sería el típico bla, bla, bla que habla mucho y no dice nada. Es más, yo estaba seguro que, siendo un libro de los años 60 y 70, depués de tantísimos años seguro que si se refería a algo que estuviera vinculado con la ciencia, seguro que los conocimientos de hoy en día demontarían todo en un santiamén.
Y comencé el libro… efectivamente, bla, bla, bla… una historia muy rocambolesca… bla, bla, bla… seguro que no se moja en nada… bla, bla, bla… pues es curioso lo que comenta sobre la psique, pero no creo que se moje con nada de ciencia… no creo que… pues parece que va a mojarse… y se mojó.
Recuerdo estar leyendo el capítulo referente al espacio-tiempo de nuestra realidad física y romper a llorar sin control ante lo que estaba leyendo. Era algo inaudito en mí por varias razones. Primera, estaba llorando por un texto escrito por una tal Jane Roberts hacía más de 60 años. Segunda, estaba sacudiendo mis cimientos a nivel interior y de creencias. Tercera, lo que decía «tenía sentido», y nada podía ser rebatido desde lo que conocemos hoy día. Cuarta, no sólo eso, sino que expandía la comprensión del espacio-tiempo a límites desconocidos. Quinta, de repente comprendí muchas cosas que la ciencia había tratado de explicar con teorías que para mí no tenían sentido , tenía una pespectiva que daba sentido. Pero dicha perspectiva abría el Universo de par en par y cambiaba por completo mi comprensión de la realidad y la vida. Yo era consciente de que estaba «recordando» ciertos conocimientos que «ya existían» en mi interior y que estaban muy ocultos.
A partir de ese momento surgió en mí una profunda admiración y respeto hacia Jane Roberts, su marido Robert Butts y Seth. En sus libros, Seth no sólo profundiza en el tema de la realidad física, sino también en la naturaleza de la psique humana y, especialmente, en el mundo de los sueños. A través de Seth me interesé por la psicología de Carl Gustav Jung y me adentré en el mundo del insconsciente. Y es más, tropecé con una publicación científica de 2016 en la que explicaban una confirmación importante en el campo de la física cuántica que encajaba (y lo citaban textualmente) con unas explicaciones concretas que daba Seth en varios los libros de Jane Roberts.
Seth explica que en cada uno de nuestros sueños, nuesto Yo Interior elige los símbolos oníricos con una delicadeza y sutileza sublimes, de forma que cada uno de ellos aporta el significado necesario y adecuado para cada una de las áreas de nuestra psique. Así pues, el Yo Interior hace llegar a cada una de dichas áreas los diferentes símbolos oníricos que componen el sueño (personajes, contexto, escenario, acción…) , y con ellos su significado para cada una de las capas de la psique. De esta manera, la totalidad de nuestro ser recibe la información adecuada para su guía en el momento del tiempo correspondiente en el que se está desarrollando nuestra vida.
Para mi sorpresa y alegría, tras ir registrando y tratando de interpretar mis sueños durante ya algo más de dos años, doy fé de las palabra de Seth. Así pues, Seth se ha convertido en una luz muy importante que va iluminando mis pasos a lo largo del camino de mi viaje interior.
Infinitas y eternas gracias Jane, Robert y Seth.