Sueños lúcidos (II): materialización instantánea de pensamientos y emociones
En nuestro día a día en la realidad de vigilia estamos haciendo magia real muy a menudo aunque no nos demos cuenta o no seamos consciente de ello.
¿De qué magia estoy hablando? Todos tenemos varios momentos en la vida en los que, de repente, nos llega una idea a la mente, por ejemplo un objeto que podemos crear. En ese lugar llamado imaginación somos capaces de «ver» esa idea. Podemos llegar a imaginarnos como se «sentirá» esa idea en nuestras manos. En ese momento se activa todo un proceso maravilloso en nosotros que nos lleva, con el tiempo, a materializar esa idea en un objeto físico real, tal y como lo pudimos imaginar en un principio.
La magia se da en lo siguiente: algo que no existe en el mundo real aparece en nuestra mente en forma de idea; esta idea no ocupa ningún espacio y, sin embargo, podemos «visualizarla»; con trabajo y esfuerzo llegamos a hacer real algo que no existía… ¡es magia real!
En el universo onírico esta magia se da de manera instantánea, dando lugar a una magia que rompe todos los esquemas que tenemos preestablecidos y que nos lleva mucho más allá…
En el proceso de convertir una idea en algo físico y real hay todo un proceso realmente fascinante. Primero nos llega una idea a la mente. Esa idea nos resulta realmente fascinante y crece en nostros una motivación especial que nos lleva a tomar la decisión de llevar a cabo el proceso de materialización. En un siguiente paso, la mente pone en marcha la creación de pensamientos, que van a permitir planificar, y trazar un plan que nos permita llegar a nuestro objetivo. Con ese plan bien asentado, son las emociones las que nos empujan en la siguiente etapa a ejecutar el plan trazado anteriormente. Y estas emociones nos llevan a tomar acción. A lo largo de esa acción habrán altibajos, habrá aprendizaje en el camino, habrá una realimentación constante de pensamientos, emociones y acción. Y al final del proceso, tendremos materializada aquella idea delante de nosotros.
En la realidad de vigilia, la realidad material en la que nos desenvolvemos cuando estamos despiertos, hay un factor clave que une los elementos anteriores: el tiempo. Es decir, en la realidad material que experimentamos, el tiempo es el que nos permite ir desarrollando y saboreando el camino. Y el tiempo es parte fundamental de la experiencia para nuestra mente consciente y nuestro ego:
IDEA
↓
PENSAMIENTOS
↓
EMOCIONES
↓
ACCIÓN
↓
MATERIALIZACIÓN
Así pues, el paso de la idea a la materialización a través de los pensamientos, las emociones y la acción, es una experiencia de nuestra mente consciente que necesita del paso del tiempo.
La materalización de una idea en la realidad del sueño (lúcido)
En la realidad de los sueños, y más concretamente en los sueños lúcidos, sucede algo fantástico y maravilloso, y es que la materialización de los pensamientos y las emociones no requiere de tiempo. Es decir, en la realidad onírica los pensamientos y las emociones se materializan ante nosotros de forma instantánea.
Y sé que ahora alguien puede decir aquello de «pero es un sueño», como indicando que no es «real». Y aquí viene el quid de la cuestión. Porque en un sueño lúcido entra en acción nuestra mente consciente, nuestro ego, y con él nuestra memoria de vigilia y nuestra personalidad principal. Y es la misma mente consciente que percibe, interpreta y da significado a las experiencias de la realidad de vigilia, la que ahora está experimentando de forma totalmente consciente otra realidad diferente. Y en esta realidad del sueño puede (y vaya si puede) percibir, interpretar y dar significado a la experiencia onírica, tal y como haría en la realidad despierta.
La facinación sube de nivel cuando nuestra mente consciente y nuestro ego experimenta que los pensamientos y las emociones se materializan instantáneamente. No hay que dar órdenes ni pensar algo a propósito. Tal y como surgen los pensamientos en nuestra mente, toman forma en la realidad del sueño. Y esta experiencia es única.
Dentro de uno de mis sueños lúcidos aparecía mi hermana y, una vez consciente, le quise enseñar que podíamos volar. Tener la capacidad de dirigir el vuelo a voluntad, sentir la ingravidez, el desplazamiento a través del aire a velocidades asombrosas, no se puede expresar en palabras. Una vez en nuestro destino le quise mostrar cómo la materia del sueño se transformaba a voluntad. Bajamos a un río y le dije que tocáramos la piedra de la que estaban hechos los arcos de un pequeño puente que atravesaba el río. Sentía perfectamente la piedra sólida, rugosa y húmeda. Le dije que pensáramos que ahora la piedra era mantequilla. Y, de repente, podíamos deshacer y moldear la piedra como si estuviera hecha de mantequilla blanda. La textura, la consistencia, el tacto, era realmente fascinante. Estábamos moldeando un puente de piedra como si fuera mantequilla a nuestra voluntad.
¿Qué puede ocurrir en la realidad después la muerte?
Las culturas ancestrales y las ECM nos indican que después de la muerte, una vez el cuerpo deja de funcionar, queda la mente inmaterial e intangible que inicia un viaje o una experiencia que podríamos considerar como un sueño hiperlúcido.
En dicha realidad, todo aquello que ha quedado oculto en nuestra mente inconsciente va a hacer acto de aparición, dado que ahora hay una unión de la mente consciente y la mente inconsciente. Todo aquello que hemos reprimido y/u ocultado a lo largo de la vida sale en forma de pensamientos y emociones que se van a materializar en dicha realidad utilizando símbolos con los que la mente consciente los asocia.
Esto viene a darnos la idea de que después de la muerte, un indivíduo va a crear su cielo o su infierno, en forma de una experiencia que va a dar «vida» a todo aquello que ha quedado enterrado en su mente inconsciente a lo largo del camino que acaba de abandonar.
Una película que plasma muy bien todo ésto y que ya refleja la conexión entre los sueños y la muerte en su título es «Más Allá de los Sueños» («What Dreams May Come»):
