8
Abr
2025
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«Visita a Araceli»

Éste fue un sueño que viví en 2022 antes de comenzar a escribir el diario de sueños, y que es de ese tipo de sueños que dejan huella para el resto de la vida.

Araceli fue una compañera de la escuela primaria. Recuerdo perfectamente que durante la escuela primaria teníamos asignado un número por orden de lista alfabética. Araceli era el 20 y yo era el 29.

A sus veintipoco años, Araceli dejó este mundo a causa de un tumor cerebral. El tiempo ha ido pasando desde entonces, y cuando en alguna ocasión nos hemos juntado algunos compañeros de aquella época, la hemos recordado ocasionalmente.

Para mi sorpresa, a mis 45 años, volví a encontrarme con ella en un sueño, en una «visita» muy especial.

El sueño: «Estoy en una sala muy amplia y diáfana. Las paredes, el suelo y el techo son de color blanco luminoso. Hay mucha luz en la sala. Estoy sentado en una silla en mitad de la sala. Enfrente mío, a apenas un poco más de un metro está sentada Araceli en otra silla. Estamos cara a cara. Araceli está guapísima a sus 45 años, luce un pelo corto, va con sus gafas, y viste una camisa blanca y pantalones vaqueros azules. Siento alegría de volver a verla. Estamos los dos sonriendo. Sé que Araceli falleció hace muchos años, por lo que siento que tenemos que estar en un espacio intermedio. ¡Todo es hiperreal!. Saludo a Araceli y le pregunto cómo está. Me responde que muy bien. Pongo mi mano derecha sobre su rodilla y la siento perfectamente, al igual que siento a la perfección la textura de sus vaqueros. ¡Es realmente real! Charlamos de muchas cosas. Le pregunto por cómo es la vida en el otro lado. Se ríe y me comenta al respecto. Le pregunto si los que seguimos en el plano físico nos estamos acercando a comprender lo que puede haber en el otro lado con la física cuántica. Se ríe y me dice que puede que nos estemos acercando un poquito, pero que todavía queda mucho por conocer. Seguimos charlando.»

Al despertar, me incorporé en la cama y rompí a llorar. Sé que había estado con Araceli. Lo sé. No tuve ningún atisbo de duda (ni lo sigo teniendo a día de hoy). Cuando después de unos minutos me calmé, me levanté y me dispuse a comenzar con el día con una tarea adiconal para esa mañana: ir al cementerio a visitar a Araceli. Y así lo hice.

Cuando terminé de desayunar, me fui caminando hacia el cementerio con la sensación de haber vivido una experiencia muy especial. Al llegar al cementerio me acerqué al lugar donde están sus restos, miré hacia su foto, le sonreí, le dí los buenos días y, entre lágrimas, le agradecí la visita de la noche anterior.

Sí, los sueños se dan en un espacio donde ocasionalmente podemos encontrarnos con la conciencia de personas que ya no están entre nosotros en el plano físico.

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